¿Te ha pasado alguna vez que, en mitad de tu jornada, has sentido que no podías más? No eres la única persona. Ni la primera. Ni la última. Las crisis emocionales en el trabajo son más comunes de lo que pensamos, pero seguimos escondiéndolas como si fueran un fallo personal. Y no lo son. ¡Para nada!
Una verdad incómoda (pero real): nos sentimos desbordados
Nos exigimos rendir siempre al 100%, responder con una sonrisa, lidiar con conflictos, cambios, presiones… Y cuando nos sobrepasa, nos decimos “no debería afectarme tanto”. Pero ¿por qué no? Sentirse emocionalmente desbordado en el trabajo no es una debilidad. Es humano. Es una señal de que algo necesita atención. Las crisis emocionales en el trabajo son una realidad que merece ser escuchada.
¿Cómo se manifiesta una crisis emocional laboral?
No todas se ven a simple vista. Algunas son silenciosas:
🟣Fatiga constante sin razón física.
🟣Dificultad para concentrarse.
🟣Sensación de que todo cuesta el triple.
🟣Ganas de llorar sin saber por qué.
🟣Irritabilidad con compañeros o clientes.
En yees! lo vemos cada día: personas valientes que piden ayuda en ese punto exacto en el que sienten que están a punto de romperse. Y lo hacen bien. Porque reconocerlo es parte de cuidarse.
Cambiar el relato: del “aguanta” al “acompáñate”
Durante años, el mensaje dominante fue: “no muestres “debilidad” en el trabajo.” Hoy sabemos que la salud mental importa. Que la prevención también es productividad. Y que acompañar emocionalmente a las personas en crisis no solo mejora su bienestar, sino el clima laboral. Visibilizar las crisis emocionales en el trabajo es parte de ese cambio necesario.
Un Programa de Apoyo al Empleado (PAE) es una herramienta clave para estos momentos. Permite acceder rápidamente a ayuda psicológica, de forma confidencial y profesional. En muchos casos, una sola conversación ya permite tomar aire y ver opciones donde antes solo había niebla.
Aceptar que no estamos bien no significa tirar la toalla. Es elegir pararse para poder continuar. Es poner un límite antes de que el cuerpo lo haga por ti. Es dar el paso valiente de pedir ayuda cuando todo dentro grita “hazlo sola.”
No estás solo/a. Si algo de esto te resuena, habla con alguien. Con un/a compañero/a de confianza, con tu responsable o directamente con el equipo psicológico del PAE de tu empresa si tienes acceso. ¡Hazlo antes de que la gota rebosa el vaso!
Normaliza estos temas. Dales espacios. Que el mensaje sea claro: aquí está permitido sentirse mal. Y también está permitido pedir ayuda.
Porque al final del día, somos personas antes que profesionales. Y las personas también se desbordan. Lo importante es que también puede recomponerse, si se les tiene la mano a tiempo.