Parece contraintuitivo, pero el conflicto en el trabajo no siempre es una señal de que algo va mal. A veces, es simplemente una diferencia de perspectiva que necesita ser escuchada. Otras, es una tensión que si se gestiona bien, puede abrir la puerta a cambios positivos. El verdadero problema no es que haya conflicto, sino cómo lo afrontamos. Porque ignorarlo o dejar que se afiance suele empeorar las cosas. Por eso, hoy te compartimos algunas herramientas concretas para gestionar conflictos en el ámbito profesional sin salir chamuscado en el intento.
Escucha activa (y real)
Escuchar no es esperar tu turno para hablar. Es intentar entender el mundo del otro, aunque no estés de acuerdo. La escucha activa implica mirar a los ojos, no interrumpir y preguntar para comprender, no para rebatir. A veces, con solo sentirnos escuchados, el conflicto ya empieza a disolverse.
Preguntas que abren, no que cierran
En lugar de “¿Por qué hiciste eso?, prueba con “¿Qué necesitabas en ese momento?”. Cambiar el enfoque de reproche por uno de curiosidad reduce la defensiva y abre la posibilidad de un verdadero intercambio.
El poder del parafraseo
Repetir con tus palabras lo que el otro ha dicho demuestra que estás intentando comprenderlo. “Entonces, si te he entendido bien, te sentiste frustrado porque no se contó contigo en esa decisión”. Este pequeño gesto puede cambiar el tono de toda una conversación.
Asertividad: decir lo que piensas sin aplastar al otro
Ser asertivo no es ser brusco. Es ser claro con lo que sientes y necesitas, sin dejar de considerar al otro. Frases como “para mi es importante que…” o “me incomoda cuando…” ayudan a expresar sin herir.
No siempre hay que tener razón
Hay conflictos que se estancan porque ambas partes están más enfocadas en ganar que resolver. A veces, ceder un poco no es perder, sino avanzar. Pregúntate: “¿prefiero tener razón o tener paz en el equipo?”
Pausa antes de estallar
Si notas que estás a punto de responder desde la rabia, respira. Literalmente. Parar unos segundos antes de hablar puede evitar un incendio innecesario.
Buscar un espacio neutro
No todos los conflictos se resuelven en el pasillo o en mitad de una reunión. A veces, lo mejor es acordar un momento y un lugar tranquilo para hablar con calma, sin interrupciones ni presiones.
Y si el conflicto ya se ha enquistado…
No estás solo/a. Puedes recurrir a mediadores internos, al servicio de apoyo al empleado de tu empresa o a profesionales que te acompañen a deshacer el nudo. Gestionar conflictos en el ámbito profesional también es parte del autocuidado y del cuidado colectivo.
Los conflictos no se evaporan si los ignoras, pero tampoco tienen que convertirse en guerras. Con las herramientas adecuadas, pueden ser oportunidades para fortalecer relaciones, mejorar dinámicas y crecer profesionalmente.
¿Cuál de estas herramientas te animas a probar esta semana?