Hola.
Sí, a ti.
A ti que has vuelto al trabajo y no sabes muy bien cómo sentirte.
A ti que abriste el ordenador con desgana. Que viste el calendario de reuniones y sentiste un nudo en el estómago. Que pensaste: “no he descansado tanto como necesitaba” o “¿de verdad tengo que volver a este ritmo?”
No estás solo. No estás sola.
Volver cuesta. Aunque hayas tenido vacaciones. Aunque tu trabajo te guste. Aunque no lo digas en voz alta.
A veces, septiembre nos exige estar al 100% cuando ni siquiera hemos llegado al 50%.
Te pedimos foco, energía, motivación. Pero por dentro… estás tratando de aterrizar. De ordenar pensamientos. De recuperar el equilibrio entre lo que necesitas y lo que el mundo te pide.
Y no pasa nada.
No pasa nada si no tienes ganas.
No pasa nada si estás más sensible.
No pasa nada si el primer impulso fue contar los días hasta el próximo puente.
Esta carta es para recordarte algunas cosas importantes:
Que cuidarte no es egoísta, es valorarte.
Que sentirte desbordado no te hace débil, te hace humano.
Que pedir ayuda es una forma de valentía.
Que si tu empresa tiene un Programa de Apoyo al Empleado (PAE), puede usarlo. Y no necesitas estar “fatal” para hacerlo. Solo necesitas querer estar mejor.
Tómate tu tiempo.
Respira.
Haz una cosa cada vez.
Y si puedes, comparte con alguien cómo te estás sintiendo. A veces, ponerlo en palabras es el primer paso para soltarlo un poco.
Y si eres de quienes sí han vuelto con ilusión, con ganas, con fuerza… también está bien.
Tal vez seas esa persona que puede mirar al lado y preguntar, simplemente: ¿cómo estás?
Si esta carta te resonó, compártela. Tal vez alguien la necesite más de lo que imaginas.