Sin duda la precariedad laboral es un problema que afecta a miles de trabajadores en Europa. En España, un informe reciente de la Comisión de Personas Expertas sobre el Impacto de la Precariedad Laboral en la Salud Mental ha destacado la importancia de abordar este problema de manera urgente y efectiva.
El informe destaca que la salud mental es un indicador clave de la salud y el bienestar, y que la precariedad laboral es uno de los factores que afecta a la salud mental de los trabajadores.
Según este Informe, los trabajadores más precarios tienen un riesgo 2,5 veces mayor de experimentar problemas de salud mental que los menos precarios.
Al analizar las recomendaciones propuestas, se evidencia un enfoque bien intencionado, pero también una visión demasiado general y sin una comprensión profunda de las dinámicas reales del mundo empresarial y las demandas del trabajo en un contexto altamente competitivo, que supone desafíos significativos para las empresas privadas.
En nuestra perspectiva, existen tres problemáticas fundamentales:
✅Primero, las recomendaciones carecen de la participación activa de los actores directamente involucrados en la prevención de la precariedad laboral y la promoción de la salud mental en el lugar de trabajo.
Se echa en falta la participación de sindicatos, empresarios, mutuas y sociedades de prevención ajenas, así como otras asociaciones profesionales especializadas en prevención de riesgos laborales.
Lamentablemente, estas partes, que están directamente implicadas en la gestión de la precariedad y la salud mental, no fueron invitadas a participar en este comité experto.
✅En segundo lugar, el enfoque propuesto es tan amplio y generalista que se diluye el foco central en la relación entre precariedad laboral y salud mental.
Se amalgaman temas tan variados como «impulsar un modelo de regulación de las relaciones laborales», «reforzar los derechos colectivos», los desafíos climáticos y el funcionamiento del sistema nacional de salud, entre otros.
✅Por último, las recomendaciones parecen ajenas a las nuevas tendencias y cambios en la forma de trabajo en el siglo XXI, y presentan una visión sesgada y desconfiada sobre el funcionamiento de la empresa privada.
Formas alternativas de organización empresarial, como el sector cooperativo o la economía circular, son elementos valiosos para enriquecer el tejido empresarial de un país.
Las empresas privadas en Europa son los actores principales que contribuyen a la riqueza y el bienestar de las familias europeas, y están directamente interesadas en disminuir la precariedad y fomentar entornos de trabajo saludables.
En conclusión, es fundamental reorientar este tipo de recomendaciones hacia un enfoque más específico, cercano a la realidad y contemporáneo.
Es imprescindible la participación de los actores involucrados en la prevención de los riesgos psicosociales, centrarse en los temas más relevantes para la precariedad laboral y la salud mental, y el reconocimiento de las nuevas dinámicas de trabajo y el valor de las empresas privadas para la economía y el bienestar social.
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