Cada 2 de abril el mundo se tiñe de azul, y además es un color con el que la comunidad autista no se identifica en su totalidad, pero… ¿qué pasa el resto del año? ¿somos realmente conscientes de los enormes esfuerzos que realizan las personas autistas en su día a día para adaptarse a los contextos que les pertenecen exactamente igual que a todos? El Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo nos invita a hacer algo más que compartir un hashtag. Nos invita a mirar con otros ojos. Especialmente en el trabajo, donde la inclusión y el bienestar emocional siguen siendo grandes retos (¡y también grandes oportunidades!).
¿Y si empezamos entendiendo mejor qué es el autismo?
El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) no es una enfermedad, sino una forma distinta de procesar el mundo. Hay tantas formas de autismo como personas autistas. Algunas tienen alta sensibilidad sensorial, otras dificultades en la comunicación social o necesitan rutinas claras para sentirse seguras.
El problema no es la diferencia, sino la falta de comprensión y de espacios adaptados. Y aquí, el entorno laboral tiene mucho que aportar.
Vivir el trabajo desde la neurodivergencia
Muchas personas con autismo trabajan, y muy bien, en empresas que apuestan por la diversidad. Pero la experiencia laboral puede ser muy distinta dependiendo del nivel de comprensión que haya en la organización. ¿Sabías que algo tan sencillo como el ruido de un teclado o una luz fluorescente puede resultar abrumador para alguien con hipersensibilidad sensorial?
También hay barreras invisibles, como la presión para actuar “como todos” (con el impacto que tiene después en la persona, que termina agotada), el miedo al rechazo o la sensación constante de no encajar. Todo esto impacta directamente en la salud mental. Por eso, hablar de inclusión sin hablar de bienestar emocional en el trabajo… se queda corto.
¿Qué pueden hacer desde las empresas?
♾️Escuchar sin prejuicios. No necesitas ser experto en autismo para ser empático. Preguntar “¿qué necesitas” ya es un gran paso.
♾️Flexibilizar sin complicarse. Hay adaptaciones sencillas que pueden mejorar muchísimo la experiencia laboral: permitir auriculares con cancelación de ruido, ofrecer espacios tranquilos, flexibilizar la comunicación…
♾️Formar a mandos y equipos. Sensibilizar sobre el TEA ayuda a crear un entorno más respetuoso y menos capacitista. Porque lo que no se conoce, se teme o se rechaza.
♾️Contar con apoyos emocionales. Un programa de apoyo al empleado (PAE) puede marcar la diferencia para trabajadores neurodivergentes (y para toda la plantilla). Espacios confidenciales donde poder hablar de ansiedad, estrés, sobrecarga o incluso acoso, sin miedo a ser juzgados.
Se trata de transformar
La inclusión no es una casilla para tachar. Es una manera de mirar y de actuar. Y el bienestar emocional no es solo un extra: es la base para que cada persona, sean cuales sean sus desafíos, pueda desarrollar su potencial en el trabajo.
¿Te imaginas cómo sería una empresa donde no hace falta “encajar” para pertenecer? Donde no se ve el autismo como una limitación, sino como una forma distinta (y valiosa) de contribuir. Donde cada persona puede ser autentica, sin miedo, sin disfraces.
Quizá ese sea el mejor homenaje que podemos hacer por el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.